MI ABUELA está sentada conmigo alrededor de la mesa-camilla viendo el telediario. Dos policías municipales arrastran por el suelo a un independentista catalán. Manifestaciones. Disturbios. Políticos. Bocas que lanzan las mismas palabras las unas contra las otras. Palabras como “facha”, “fascismo”, “antidemocracia”, “represión”, “ilegalidad”, “vergüenza”.
MI ABUELA
Así empezó todo, hija… cuando la guerra. Yo no sé cómo no sacan ya al Ejército, aunque uno no sabe si es mejor o peor que lo saquen. Pero así, así empezó todo. Mira que no recuerdo lo que he hecho hace media hora, pero de aquellos días lo recuerdo todo y no se me ha olvidado nada. Seis años y medio tenía cuando lo mandaron a mi padre al frente de Toledo, por donde el Alcázar, que salía el otro día por televisión. Todo empezó así, como está saliendo ahí. Te podría contar tantas cosas hija… Pero no quiero porque son muy tristes. Mi padre allí, que tenía que comer en platos sentado en el suelo. Hasta casquetes de bala se encontraba entre la comida. Luego les daban una naranja, pero a él no le gustaban nada las naranjas. Y como había tantos niños pasando hambre alrededor de donde estaba (porque pasábamos mucha hambre, hija), cogía la naranja, la partía en dos y le daba una mitad a un niño y otra mitad a otro. Eso tenía que hacer también mi madre en casa, la Abuelita Carmen, nos partía un huevo para dos. Qué hambre pasábamos. Pero no te quiero contar. ¡Ay!, esta pierna mía… Con sábanas nos teníamos que hacer los vestidos porque no teníamos nada. Nada. Y con qué cuidado había que ir. Mira, había una gitana allí en la Plaza de Salamanca, de estas que son muy graciosas, que se puso a hablar con una cara que había allí de Franco. Y le decía “¡Ay, Franco! En la que nos has metido ¿eh?” Bueno, pues resulta que pasaban por allí unos que eran de Franco y la cogieron y la pegaron y le cortaron los pelos al cero. No se podía mencionar a Franco ni para bien ni para mal. Solo podía uno caminar y estar calladito. Y ya verás estos, hija, ya verás… Bien lo saben ellos la que se viene, se les ve en la cara. Espero que no tengas que ver lo que vi yo. Tantas cosas te podría contar, pero para qué. Para contar cosas tristes mejor no te las cuento. ¡Ay!, vas a tener que comprarme una pierna nueva, hija.